martes, julio 18, 2006

Rafael Montán Politiqueando



Miami, 18 de julio 2006

UN POLITICO COHERENTE:

En un país donde se cree poco en la seriedad de los políticos, debemos sacarle su comida aparte a los que mantienen firme la defensa de sus creencias, aunque no lleguen ni siquiera a regidor de municipio pequeño.
Un ejemplo es el señor Narciso Isa Conde, quien fue presidente del Partido Comunista Dominicano (PCD) y, cuando esa organización quebró, fundó Fuerza de la Revolución, grupito del que fue afueriado y, en vez de pedir entrada en uno de los partidos que ganan elecciones, ha preferido quedarse solo, sin abandonar su ideología, aunque haya desaparecido la difunta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y los camaradas alemanes derrumbaran el muro de Berlín.
Narciso es un marxista que no engaña vistiéndose de demócrata para ganar elecciones y después, chin a chin, con anestesia, meter en el país las tácticas que producen la permanencia por décadas en el poder y un sistema de gobierno parecido al que controla los medios de comunicación y no acepta opositores, religiones ni propiedad privada.
Narciso no intentó llegar a presidente con un disfraz democrático. Jugó "con la carta vira".

LOS IMPUESTOS
Son contribuciones de dinero que hacen los ciudadanos y las empresas para financiar gastos públicos (construcción y reparación de hospitales, escuelas, puentes y carreteras; pago de empleados necesarios e innecesarios; fraudes hechos por altos, medianos y pequeños servidores públicos; etc.).
Muchas veces los robos, gastos innecesarios y/o errores de administración provocan un déficit presupuestario y los gobernantes (nacionales o municipales) deciden salir del atolladero creando un nuevo impuesto o aumentando uno existente.
¿Quiénes pagan los aumentos de impuestos para los empresarios y profesionales? Los clientes. Si los legisladores aumentan cinco centavos al impuesto de una botella de aceite que cueste 95 centavos, los consumidores tendrán que pagar un peso para adquirirla. Si suben los impuestos para los dueños de hoteles y clínicas, aumentan los alquileres de habitaciones y las consultas médicas. Los chóferes de carros públicos aumentan el precio del pasaje si sube el galón de gasolina y los limpiabotas cobran más por su trabajo cuando suben la pasta y el líquido de limpiar calzados. Y los inquilinos tienen que pagar más por alquiler de viviendas si suben los impuestos para los dueños de casas y apartamentos.
LOS QUE “NO SE METEN EN POLITICA”
No aportan sus conocimientos y vocación de servicio en la búsqueda de soluciones para los problemas de su país.
Algunos dicen que no son políticos, porque sus nombres no están en la lista de miembros de un partido, pero viven opinando sobre temas políticos, y le hacen un valioso trabajo al partido que benefician con sus opiniones (en eso se destacan algunos comunicadores “imparciales”).

LOS QUE SE METEN EN POLITICA
Cuando sus partidos están en el poder, pueden ayudar a sus compatriotas, aunque sea sólo siendo ejemplo de honradez y laboriosidad en un humilde trabajo; pero, en algunos países, si sus partidos pasan a la oposición (pierden el Gobierno), pueden perder sus empleos si trabajan en oficinas públicas o empresas estatales.
Para ser dirigente político destacado, es necesario estar preparado para, a veces, arriesgar la libertad y hasta la vida; es normal que se sufran las consecuencias de dedicarle poco tiempo a la familia; hay que saber que los errores personales y los de familiares pueden ser publicados y exagerados; y se necesita mucha paciencia para tolerar calumnias y ataques injustos de adversarios internos y externos que no resisten la luz de los triunfadores.
Si el dirigente ayuda varios familiares, poniéndolos a trabajar cuando su partido está en el Gobierno, los opositores lo acusarán por cometer “nepotismo” y, si los deja desempleados, muchos dirán: ése es tan malo que ni a su familia ayuda. Si apresan al hijo de un dirigente por tener un cigarrillo de marihuana, no es raro que el caso sea publicado en la primera plana de varios periódicos, con el nombre del padre en los títulos. Y si el político gana un millón de pesos en una lotería, no debería sorprenderse si alguien dice: “¿Lotería? Eso fue que se lo robó”. Esos problemas no los tienen los que dicen que no son políticos.

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