domingo, enero 13, 2008

Leonel Fernández y el maleficio (2)

Puntillazos:
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Hace algunas semanas mi buen amigo, mejor periodista y excelente analista, J.C. Malon, se refirió a este asunto en su columna Testigo del Tiempo, publicada en el Listín Diario y que reproduzco en Periodismo y Ciencia, pero aunque dado a conversatorios de larga data, el referido colega es lacónico en sus escritos, y entiendo dejó algunas cosas; que merecen mi atención aquí y a eso voy a dedicarme en el resto de esta entrega.

Leonel llegó al poder entre la nostalgia y el desconcierto. Nostalgia de Balaguer, por su apego al poder que pronto dejaría y desconcierto de Don Juan por su avanzada enfermedad, que por supuesto no entendía nada de lo allí pasaba; su candidatura -de Leonel- fue producto de un oportunismo rampante, escribí entonces: “Leonel aprovechó la brecha histórica abierta por Peña Gómez” y se escurrió hacia la Presidencia de la República, sorprendiendo al país y a buena parte de los analistas políticos del mundo occidental.

De esa ocurrencia Leonel heredó el maleficio que le ha perseguido en sus dos administraciones del Estado Dominicano y así luego de escribir su librito “Las Raíces de un Poder Usurpado” en el que criticaba al doctor Balaguer; tras la escaramuza electoral de 1990, cuando “según se dice” (término del cronista A. Industrioso o pregúntenle a Don Atanay) Don Juan Ganó las elecciones y Balaguer nada le dio.

El caudillo reformista le hizo lo mismo al doctor Peña Gómez en 1994, pero este movió cielos y tierra, con sus amigos de los cinco continentes, le hizo reducir dos años de mandato, convocar unas elecciones especiales en 1996, modificar la constitución prohibiendo la reelección y de paso aguándole el sueño de inscribirse entre los gobernantes que han muerto en el ejercicio del poder. No por magnicidio, sino por el soberano llamado de la Divina Providencia. Pero el viejo zorro se guardó no una, sino dos cartas entre las magas, de las que hizo uso adecuado para hacer a un lado a Peña y dar paso a Leonel.

Así que, en la primera vuelta de las elecciones de 1996, el doctor Balaguer mantuvo su partido a soga corta, sacrificando la candidatura de Jacinto Peynado en favor de Leonel, consumando con ello, el uso de la primera carta; la otra, la reservó para en caso de: segunda vuelta y la sacó aquel día histórico cuando Leonel al centro apareció en los diarios del mundo levantando las manos de Don Juan y del doctor Balaguer, dando la falsa impresión de conciliar entre dos supuestos contrincantes políticos irreconciliables y ahí mismo dejó incoado el maleficio que le persigue. Porque lejos de ser sincero fue cínico y tan pronto ocupó la presidencia inició la batida contra el partido reformista al que desgarra hasta el día de hoy comprando a sus dirigentes con gruesas sumas del dinero del Estado.

Hemos dicho en el segundo párrafo que Leonel llega al poder entre la nostalgia y el desconcierto, no me gusta escribir sobre las desventuras humanas pero el caso lo requiere, ese día se consumó la más grande y vil traición al pueblo dominicano de todos los tiempos, el doctor Balaguer le infringió un rudo golpe a su partido, de lo que se arrepintió después, Leonel iniciaba en ese momento una carrera de traiciones a su partido, a su líder y mentor y al mismísimo pueblo dominicano y ahí mismo el maleficio del que hemos hablado se apoderó de él; creciendo como una espiral maldita que no deja de azotar al pueblo, la ultima de sus hazañas traidoras fue contra Danilo Medina. Pero Don Juan no, él no traicionó a nadie, por lo menos en ese momento. A el lo traicionaron su partido y Leonel Fernández, todos saben de mis malquerencias con Don Juan desde 1970, a su regreso de España, pero nunca diría una mentira, y reitero ¡Don Juan fue traicionado!

La Ley de causa y efecto dice en el lenguaje del pueblo: lo que siembras cosecha, y Leonel de sus arteras traiciones, no puede cosechar otra cosa que las desgracias que les caen al pueblo en sus gobiernos, tan lógico como que no se cosechan peras del olmo. “Si un gobernante atiende la palabra mentirosa, todos sus servidores serán impíos” (Proverbios, 29, 12) Gracias amigos, Volveré con ustedes si Dios lo permite. Moisés Iturbides.

Continuará.-

escaramuza.
(Del it. scaramuccia, combate breve y no decisivo).
1. f. Refriega de poca importancia sostenida especialmente por las avanzadas de los ejércitos.
2. f. Riña, disputa o contienda de poca importancia.
3. f. Género de pelea entre los jinetes o soldados de a caballo, que van picando de rodeo, acometiendo a veces y a veces huyendo con gran ligereza.

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