martes, abril 22, 2008

El Maleficio del palacio y Leonel Fernández -1 de 3-

Puntillazos:
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Don Juan Encarnación, un octogenario ya en los años 60's del siglo pasado, me contaba entonces que de niño aprendió de su padre; que los haitianos; cuando la ocupación de lo que hoy es República Dominicana, en el siglo 18, dejaron un “maleficio” enterrado en el patio de la histórica Fortaleza Osama en la Capital Dominicana, con lo que aseguraban los invasores que permanecerían eternamente en el dominio de la parte orietal de la Isla. Creía haber visto a su padre en los aprestos militares de la Restauración, el legendario Wichi García Saleta que era su amigo me dijo que el viejo nació en los alrededores de San Juan en 1884, sin duda alguna presenció las revueltas que intranquilizaron la última administración del presidente Ulises Heureaux –Lilís- afirmó.

A don Juan le toco trabajar en la construcción del “Palacio Nacional” a principios de la Era de Trujillo con el ingeniero Guido D’alesandro ¿ y cual no fue su sorpresa? Cuando el ingeniero le dijo que hiciera un hoyo en la parte oriental del patio para enterrar una encomienda del jefe, para que no lo tumbaran. En realidad no había tal maleficio, era picardía de los haitianos para amedrentar a los incautos y lo de decirle para lo que era el hoyo a don Juan, fue parte de la astucia del Jefe para que se corriera la voz, el ardid lo utilizaron algunos gobernantes del pasado para atemorizar a los conspiradores y Trujillo no iba a perderse la oportunidad de meter “Cuco” a sus enemigos; lo que disfrutaba con inmenso placer, me han contado.

Siempre se hablo del entierro y del maleficio, incluso; el doctor Peña Gómez hizo alusión alguna vez del maléfico asunto colocado en la segunda planta del Palacio y don Ramón Fond Bernard me relató que el perínclito barón de San Cristóbal se desternillaba de la risa cuando le hacían un relato del miedo de alguien al maleficio, especialmente si se trataba de uno de su círculo más íntimo a quienes recordaba con frecuencia la existencia del mismo, que alcanzaría a los traidores y que no era más que una mentira focalizada en atemorizar a los desobedientes y poco firmes adeptos.

Muerto el jefe, el maleficio le ajusto cuentas a Balaguer con el ametrallamiento de los jóvenes del 20 de octubre de 1961, en la calle Espaillat, en el corazón de la histórica y combativa Ciudad Nueva y luego cuando el entonces capitán Cuervo Gómez ordenó disparar un tanque de guerra contra adolescentes eufóricos que demandaban la terminación inmediata de la gestión de los remanentes de la dictadura trujillista encabezada entonces por Balaguer, esas acciones criminales forzaron de inmediato la salida de Balaguer que hubo de asilarse en la nunciatura católica, apenas minutos después de pronunciar un encendido discurso por radio y televisión en el que dijo a todo pulmón que más vale un presidente muerto que un presidente huido, minutos más tarde saltaba la verja hacia la cede de la representación del Baticano en país, ubicada justo al lado de su casa.

A Balaguer le sucedió el Consejo de Estado liderado por el presidente Bonelly contra quien se expresó el maleficio con la matanza de Palma Sola, en la que murieron “los mellizos” líderes religiosos de San Juan de la Maguana y el general del ejército Miguel Rodriguez Reyes, al final de diciembre de 1962, cuando ya Bosch era presidente electo.

Bosch asumió el poder en febrero de 1963 y fue “derrocado” la madrugada del 25 de septiembre de ese año, le sucedió el Triunvirato al mando de Don Emilio de los Santos, un prominente abogado y en diciembre 20 de ese año, ocurre el asesinato de Manolo Tavárez, líder del Movimiento Revolucionario 14 de junio en la loma de Las Manaclas, luego de que se alzara en armas en noviembre de ese año, en protesta por el derrocamiento del gobierno legalmente elegido por el pueblo.

Al saber del fatídico asesinato de un líder carismático y martirológico como Manolo, don Emilio redactó su renuncia que dejó en el escritorio, se paró de la poltrona presidencial que Balaguer bautizó como silla de alfileres y se marchó a su casa a pie; recomendando al escolta que permaneciera en palacio, se presentó a su acostumbrado banco de la calle Nouel con Pina, en el Parque Independencia y tomó asiento al lado del señor Prandy su amigo de muchos años, este último padre de la emblemática dirigente peerredeísta Yocasta Prandy, ya fenecidos los tres. Al verlo el señor Prandy exclamó: don Emilio pero y usted anda solo, a lo que contestó escuetamente: ya no soy presidente, mataron a Manolo, allí permanecieron una media hora, luego se despidieron y marcharon a sus respectivas casas como tantas otras veces en el pasado. Continuará.- Gracias amigos, volveré con ustedes si Dios lo permite. Moisés Iturbides.

1 comentario:

IMPREZZO dijo...

Juan Isidro Prandy Baez, para ser mas exacto....
Ese ers el nombre justo de mi abuelo !!!

Att. Nelson Sanchez Prandy
(hijo del periodista Nelson Sanchez y de la Dra. Yocasta Prandy)